Save the seeds movement : Semillas y tradición, futuro de la montaña

Agricultores en India enfrentan la ruina tras la erosión de su tierra y el alto costo de los insumos necesarios. Miles se suicidan ante la pérdida de los cultivos tradicionales. Vijay Jarhdhari, agricultor de Uttarranchal, India, recorre las montañas y colinas de su región recogiendo y repartiendo semillas orgánicas entre los agricultores.

Manuel LLANO, outubro 2006

De entre todas las cosas, el hombre se fascina ante la diversidad. La diversidad en las culturas, la diversidad en los colores, en la gastronomía; la diversidad es la riqueza de la variedad. India, con una sexta parte de la población mundial, sorprende a sus visitantes ante la riqueza y variedad de sus detalles y tradiciones tan fuertemente arraigadas. El gran valor de India es también dado por su inmensa diversidad biológica, considerado un país megadiverso.

Al hablar de biodiversidad se evocan los bosques y arrecifes, las selvas y montañas. Sin embargo, hay una biodiversidad que está directamente ligada a la historia de la civilización humana y es la que está presente en la agricultura. Desde hace más de 8 mil años en que el hombre inicio la agricultura, se ha ido escogiendo una variedad de cientos de cultivos que hoy forman la base alimenticia del mundo. El proceso de selección durante todo este tiempo se ha realizado comenzando en el mundo silvestre, tomando la planta para domesticarla hasta llegar a la agricultura. Dentro de cada cultivo, el hombre desarrolló miles de variedades distintas, una simbiosis muy provechosa.

En el panorama actual se encuentran tres tipos de semillas: silvestres, orgánicas y de alto rendimiento (híbridas o transgénicas). La semilla silvestre es la encontrada en su estado salvaje. La semilla orgánica es el fruto de una selección de la mejor semilla de origen silvestre, selección tradicional basada en la experiencia y realizada en un largo tiempo en el que se han ido eligiendo las variedades naturales de las que se obtiene mayor provecho. Las semillas de alto rendimiento son aquellas que modificadas mediante complicados cruces en laboratorio (híbridas) o modificadas en sus cadenas genéticas (transgénicas) tienen como finalidad aumentar la producción del cultivo. De estas últimas los diseñadores de semillas sólo desarrollan una, quizá dos variedades del mismo cultivo.

Los resultados de grandes cosechas con las semillas de alto rendimiento son sólo en la primera generación (debido a que son variedades frágiles e inestables), si esta semilla es recogida tras la cosecha y vuelta a sembrar, los resultados son más bien decepcionantes. Incluso algunas semillas transgénicas de segunda generación son totalmente infértiles (por problemas genéticos o bien intencionalmente para proteger el mercado y las patentes del fabricante de la semilla). De modo que el agricultor que quiere ver su producción aumentar, tiene que comprar semillas año tras año. Adicionalmente, estas semillas requieren niveles altos y muy específicos de irrigación, así como altas cantidades de fertilizantes y plaguicidas químicos diseñados exclusivamente por el fabricante para la semilla de su catálogo. Sin uno solo de estos requisitos, la cosecha será entonces la peor que el agricultor haya tenido.

Cultivos más, no menos productivos

Esta revolución a la agricultura es conocida como la “revolución verde”y se dio tras investigaciones realizadas por fundaciones estadounidenses en México entre 1940 y 1960. Para 1963, el segundo país donde se introdujo esta tecnología de semillas fue India. Desde entonces el mundo ha visto la sustitución de la agricultura tradicional por tecnologías de alta producción en casi un 80%.

Las consecuencias son notables: los fertilizantes químicos han causado el endurecimiento de la tierra, los plaguicidas han matado también a la vida de los alrededores del cultivo, controladores naturales de plagas. Presentándose entonces la llegada de ataques de plagas y enfermedades que nunca antes habían ocurrido. Igualmente importante es el cambio que la revolución verde produjo en la actitud de la gente hacia la agricultura. Desplazándose de ser una actividad sagrada, a una actividad ciertamente poco espiritual y orientada hacia el mercado. Tiempo atrás, las semillas se consideraban como un regalo de dios y no eran vendidas sino intercambiadas o prestadas entre los sembradores. Hoy estas fluctúan en el libre mercado.

Cierto es que de no haber sido introducida la tecnología de la revolución verde, la seguridad alimentaria del mundo habría colapsado. Cierto es también que la revolución verde fue sólo una solución temporal, una visión de corto plazo que ya se venció. Los resultados de esta política agraria que responde a los intereses comerciales internacionales sin tomar en cuenta a los agricultores del propio país, son más evidentes que nunca. India toma el oscuro liderazgo en el número de agricultores que se han suicidado tras fracasar en la agricultura de alta producción.

Es casi una epidemia. Los agricultores indios que intentaron estar al día con las más recientes semillas de alta producción, pronto se vieron envueltos en un círculo vicioso de plaguicidas inútiles a las plagas cada vez más resistentes; deudas; y el cambio climático con lluvias excesivas y sequías no soportadas por las semillas frágiles e inestables. En un solo distrito de India, el gobierno acepta que entre el 2001 y el 2006 más de 1,900 agricultores se han suicidado ingiriendo los plaguicidas que se suponía harían sus cultivos más, no menos productivos.

Tener las semillas en la mano

Vijay Jarhdhari y su esposa se dieron cuenta en 1985 que la tecnología de alta producción estaba dañando su tierra. Con altos niveles de irrigación requeridos que provocan erosión y salinización de la tierra así como la disminución de los mantos acuíferos, la pérdida de nutrientes del suelo, plagas cada vez más resistentes a los plaguicidas ante la pérdida de biodiversidad y la exigencia de los monocultivos, entre muchos otros problemas. Decidieron entonces dejar de utilizar las semillas híbridas dependientes de insumos químicos, su sorpresa fue mayor cuando se encontraron con que la situación era aun peor de lo que se habían imaginado.

Habían decidido volver al cultivo tradicional de arroz, soya, lentejas, pero ellos mismos habían perdido las semillas. Vijay comenzó a averiguar y encontró que estas variedades locales estaban a punto de desaparecer, apenas quedaban unas pocas semillas disponibles. Junto con otros pocos agricultores de la región, para 1990 Vijay había reunido más de 300 variedades locales de los cultivos tradicionales. Lentamente fue iniciando el movimiento Save the seeds que hoy incluye a centenares de agricultores preocupados.

Save the seeds no es una asociación ni tiene membresías de ningún tipo. Es sólo un movimiento informal que reúne semillas orgánicas y esparce un mensaje por las montañas que llega hasta los valles. Cuando no hay mucho trabajo en sus cultivos, Vijay recorre aldeas y comunidades recogiendo semillas y repartiendo folletos y hojas con su mensaje. En Uttarranchal y sus alrededores los agricultores no se están suicidando, están ocupados recuperando sus cultivos tradicionales intercalados, que incorporan hasta una docena de cereales, verduras y legumbres en un ciclo integrado.

India, como otros países, tiene un banco genético al cual el gobierno dice a los agricultores que lleven las semillas. Pero Vijay no cree que el futuro esté ahí. Finalmente -dice- los científicos, alejados del campo, seguirán interfiriendo con las semillas. Las semillas no son propiedad de nadie, puesto que las mismas semillas crecen en un área y en otra. Las semillas son propiedad comunitaria, son de todos.

A pesar de ser sólo un movimiento pequeño, sin instituciones ni fondos, Vijay mantiene un cuarto-bodega donde almacena las semillas que recoge. Los agricultores interesados pueden ir ahí a tomar las semillas que cultivarán. Las devolverán después de la cosecha. Lo más importante es el mensaje que va creciendo y haciéndose más fuerte entre las comunidades. India tiene experiencia en movimientos sociales y Vijay también. En 1973 las comunidades de Uttar Pradesh salvaron sus bosques de ser cortados al salir y abrazar los árboles para que los leñadores no los pudieran cortar. Ahora hace falta que los gobiernos abran los ojos a la realidad de sus agricultores, y otorguen subsidios a la agricultura orgánica y tradicional, no únicamente a lo químico y de alta producción.

 

Notas

Esta entrevista fue realizada por ALMEDIO Consultores gracias al apoyo de la Fundación Charles Léopold Mayer durante el encuentro regional organizado por la Asociación de Poblaciones de Montañas del Mundo - APMM.

Fontes :

D-P-H (Dialogues, Propositions, histoires pour une citoyenneté mondiale) www.d-p-h.info/index_fr.html